Esta frase se oye mucho últimamente. Se sabe que la crisis
no es tal. Se sabe que muchos se han estado enriqueciendo a costa de nosotros,
incluso después de que la “crisis” llegara a España. Se sabe que ahora mismo nos están robando descaradamente. Se sabe que es una falacia
que sea necesario bajar sueldos y recortar derechos cuando cada vez se coloca a
más gente en cargos a dedo, con salarios mucho más altos que la media española.
Se sabe que la diferencia entre los más ricos y los más pobres en España, en
lugar de reducirse, se viene acentuando desde 2007. Y a pesar de todo esto y
mucho más, no se produce un estallido social en España. Al parecer, mucha gente
se pregunta por qué.
Creo que somos un país de gente bien educada y pacífica, y
creo también que muchos ciudadanos, por desgracia, “pasan” de este tema más de
lo deseable, y sólo quieren vivir tranquilamente y esperar tiempos mejores. Esto
lo creo, pero creo también que hay más trabas, algo más ocultas, para el
estallido social que debería ocurrir.
1ª traba) La mayor parte de ciudadanos españoles (al igual
que en cualquier país del mundo) no tiene grandes conocimientos de sociología,
de movimientos de masas, de cómo armar jaleos, etc… Hay estudiantes de sociología
y de ciencias políticas, sindicatos, etc… pero hay mucha gente que no estudia
ni trabaja en esto, y por lo tanto, no son (somos) expertos. Por esta razón, si
alguien nos propone una acción con conocimiento de causa, seguramente la apoyaríamos,
si estuviera dentro de nuestras posibilidades, pero si somos nosotros los que
tenemos que proponer una “acción revolucionaria”, propondremos algo, que
funcionará o no, pero es muy difícil que consiga cambiar el orden social a la
primera.
2ª traba) “Dispersión” de ideas, de comunidades, de colectivos y demás. Incluso
si alguien tuviera una idea revolucionaria, conseguir que esa idea llegara al
resto de España sería complicado.
Un ejemplo: cuando empezaron los recortes en
Educación en Cataluña, surgió la iniciativa “samarretes grogues per l’ensenyament
públic” (camisetas amarillas por la enseñanza pública). Dos años después aproximadamente,
empezaron los recortes en el resto de España, y entonces surgió un grupo para
defender la educación Pública en Madrid: “Escuela Pública de tod@s para tod@s”.
Lo suyo sería que, solidarizándose con el colectivo de Cataluña, que persigue
los mismos objetivos, hubiesen escogido también el color amarillo. Pues no: su
camiseta es verde. No hay mala fe, supongo que no se enteraron de que el otro
movimiento ya existía.
Otro ejemplo: ya no se rodea el Congreso de los
Diputados porque está prohibido acercarse a 500 metros de este (creo
que esta es la distancia establecida). Este pasado mes de Septiembre, una
cadena humana por la independencia de Cataluña llegó a extenderse a lo largo de
más de 400 km.
Si nos podemos acercar al Congreso en un radio de 500 m, es decir, un diámetro
de 1 km,
entonces 1x3’14= 3’14 kilómetros de cadena humana se necesitan para rodear el
Congreso de los Diputados ahora. Una cadena como la de la independencia podría “darle
cien vueltas” al Congreso de los Diputados (hipotéticamente, sin tener en cuenta la topografía del terreno), y podría hacerlo respetando el espacio
de seguridad para que nadie se sintiese ofendido. Hay ideas que existen, pero
por alguna razón, no fluyen y se abandonan.
3ª traba) Medios de comunicación que no permiten el flujo de
ideas. Los medios de comunicación están manipulados, o eso o están dirigidos
por gente que interpreta el mundo “como siempre fue”. Dejando de lado los
excesivos miramientos que tienen todos con la derecha española, ni siquiera los
medios supuestamente “de izquierdas” son objetivos en algunas cosas.
Por ejemplo, estoy harta de oír en “La Sexta noche” la frase
que da título a esta entrada. Y sin embargo, este programa me está
decepcionando desde hace tiempo. El momento en que más me indignó fue durante el,
digamos, “mes del escrache” (lo llamo así porque creo que ya no se siguen
realizando). Supongo que se acuerdan; hace unos meses, surgió una nueva forma
de protesta, el escrache, consistente en ir a las casas de los políticos que
iban a votar en contra de una ILP para la reforma de la ley hipotecaria. Si en
ese momento preguntabas a la gente de a pie qué pensaban de que a los políticos
que no querían evitar dejar a miles de familias en la calle les fuesen a gritar
a su casa, la mayoría decían que “Bien”, que “Si no piensan hacer nada por esta
gente, que se aguanten si les gritan”. Esta era la opinión de la mayor parte de
la ciudadadanía. ¿Qué dijeron los medios? En todas las cadenas lo presentaron
más o menos como una forma de protesta a medio camino entre la manifestación y
el vandalismo, y ninguno lo defendió.
¿Por qué me indignó el tratamiento que se hizo de este tema
en “la Sexta noche”? La semana en la que saltaron a las noticias los primeros escraches,
entre ellos el del piso de González-Pons –presuntamente ocupado por niños-, “la
Sexta noche” organizó un debate en torno al escrache. En este debate, intervenían
6 tertulianos, de los cuales:
-
3 estaban totalmente en contra del escrache y a favor
de detener y encarcelar a los que participasen en este acto vandálico
-
2 no querían que los participantes fueran perseguidos
por la justicia, pero reconocían que no les gustaba el escrache y preferían que
los ciudadanos canalizaran sus protestas de maneras más pacíficas y menos
molestas
-
1 chica inició su intervención diciendo algo parecido
a: “A mí me parece una manera de protestar casi simpática, y por supuesto
inofensiva, dado que no han agredido a nadie”. Los 3 del principio no le
dejaron seguir apenas, tuvo que moderarse mucho más desde entonces, y los otros
2, en sus intervenciones posteriores, se apresuraron a decir que no compartían la visión de esta chica
¿Es normal que en un debate sobre el escrache haya 1
tertuliano a favor y 5 en contra?, ¿y se puede considerar normal teniendo en
cuenta que la opinión mayoritaria en la calle es la de la chica a la que
descalificaron todos los demás tertulianos?
El debate de “la Sexta noche” de la semana siguiente trató
otra vez sobre el escrache. Esta vez, la chica que estaba a favor ya no estuvo
presente (no sé por qué, ni voy a investigarlo). En su lugar vino otra persona,
que compartía la opinión de las 2 moderadas. Es decir, en el segundo día de
debate, todos los tertulianos estaban en contra del escrache, y la única
diferencia era que 3 querían que se persiguiera y diera su merecido a los vándalos
que lo llevaban a cabo, mientras que los otros 3 no veían esto necesario. Poco
a poco se dejó de hablar de los escraches, y ahora mismo ya no sé si se siguen
haciendo. Si he de confiar en lo que dicen los medios, se han abandonado,
puesto que ya no se habla de ellos.
En “la Sexta noche” aparecen muchos que se preguntan cómo es
que la ciudadanía no explota por algún lado. Pero cuando la gente se organiza
para ir a gritar a casas de políticos (sin agredir a nadie), lo transmite como
algo impresentable que se debe abandonar de inmediato. ¿Ejem? ¿Cómo quieren que
haya una revolución, yéndonos todos a coger margaritas al campo? Si en cuanto
aparece algo que es un poco más “hardcore”, aunque esté dentro de la legalidad,
lo tratas de hundir, ¿por qué te extrañas de que no se extienda? Y todo esto en un
supuesto “medio de izquierdas”. De otros ya no comento.
En este momento, estas son las principales trabas que se me
ocurren para el “estallido social” que tantos esperamos. No es sólo comodidad,
y no es sólo la buena educación de los ciudadanos de este país. Hay que luchar
contra más cosas aparte de las que resultan obvias, y seguro que hay mejores
analistas que yo para ponerlas en relieve.